La cinematografía se define en el clima industrial y científico, propio del entorno positivista decimonónico que de termina su gestación. La inventiva de los Lumiere, curiosidad lúdica y conveniencia comercial, de alguna manera se ofrecía, sin embargo, con ciertos asómos de intuición estética. La apropiación de la realidad mediante un nuevo artilugio mecánico que otorgaba a la fotografía el asombroso aporte del movimiento logró, en el invento de los Lumiere, la paradoja de un efecto ilusorio sobre la, hasta ese momento, coronación del realismo. Por otro lado, inserto entre los signos que informan la crisis de la unidad del siglo diecinueve, el cinematógrafo inicia, aún desde su génesis, el proceso mediante el cual, la intención comunicativa deviene en voluntad de expresión. Espectáculo popular, de seducción y abandono, café y barraca de ferias. El cine transitaba entre los márgenes y el centro, con asomo de cambios y potencialidad de manipulaciones, cuya evidencia llamaría , posteriormente, la atención de intelectuales y artistas, generando un amplio debate en torno a su verdadera capacidad de creación artística, en un espacio en donde la propia obra d e arte entraba en evidentes cuestionamientos.
Cecereu, L. (2016). Cine y movimientos artísticos. Revista De Teoría Del Arte, (2), p. 67 – 82. Recuperado a partir de https://revistaderechoeconomico.uchile.cl/index.php/RTA/article/view/40967